Puesta de sol
Abajo puede hacer un día gris, un día de perros, puedes estar metido en la peor tormenta de nieve de los últimos años, que sabes que no muchos minutos después de despegar, salvo en contadas ocasiones (vuelos domésticos en los que recorres pocas millas o apenas subes), vas a acabar por encima de las nubes y el día se va a transformar en un día perfecto, soleado como ningún otro.
El despegue va a ser jodido. Sólo 300 metros de visibilidad y mucha nieve. Pediste puesta en marcha ya hace 2 horas. Te autorizaron, fuiste a la zona de deshielo y justo cuando terminabas cerraron la pista para quitar la nieve. Pero bueno, qué le vas a hacer. Sólo puedes continuar con tu rodaje hasta la cola de aviones para despegar por la pista 36R de Estambul.
Sabes que te espera otro deshielo. El tiempo de holdover con el fluído anti-hielo que te han echado es de 15 a 30 minutos. La torre dice que tardarán 10 minutos, pero te hueles que de una hora no baja. Entretanto ves que el Air France de delante, otro Airbus A320, ha apagado los motores y le sugieres al comandante que deberíais hacer lo mismo. Por algún motivo extraño no quiere. Sus motivos tendrá. Tú sólo puedes ver cómo el combustible marca por debajo del mínimo requerido para el despegue y, lejos de seguir las normas, cruzas los dedos para no volver al parking. A todo esto el comandante decide apagar sólo un motor. Sigues sin entenderlo. A lo mejor no es realmente consciente de la situación y piensa que si apaga los dos se quedará tirado. Curioso.
Los minutos se hacen largos como horas. Nadie habla, las azafatas ya no pasan por la cabina. Pero por fin abren la pista. Ves a un Boeing 747-400 de Singapore Airlines hacer una frustrada en mínimos. Estás lejos de la pista pero le ves perfectamente. Te preguntas, precisamente, por qué no ha visto él la pista. Ah no, espera, aún queda un quitanieves despistado en medio de la pista, bien, otra más para la lista de cagadas de la torre de Estambul. Pero bueno, todo marcha, autorizan al Air France a rodar. Son pilotos franceses, dejémosles asimilar la situación… parece que el comandante no simpatiza con aquello de rodar con un sólo motor. 10 minutos para arrancar y empezar a rodar, increíble.
Todo llega, vuelves a pasar por el deshielo y por fin te autorizan a despegar. Efectivamente es un despegue jodido. Sobretodo por la nieve que ha vueto a caer desde que «limpiaron» la pista y que apenas te deja ver las luces (y ni hablar de las líneas). Pero tu sigues el localizador, llegas a Vr, miras dentro, empiezar a rotar, positive rate, tren arriba y que vuele su puta madre el piloto automático.
Sales de esa capa de nubes antes de poner potencia de subida. Resulta que lo que pensabas que sería una tormenta de la hostia no era más que una capa de nubes que se acababa a 1000 pies. Miras hacia abajo y te ríes de los que aún siguen ahí, aún puedes verles entre algún hueco de las nubes.
Mientras tanto a ti ya te da el sol en la cara. Ya no importa la nieve, ahora lo que jode es el sol, que poco a poco va molestando más y más. Sí, la cuestión es quejarse, pero justo esta anocheciendo y tu vas de camino a Alemania, rumbo oeste. Ese sol se va a hacer un problema y querrás volver a estar debajo de las nubes, de nuevo en aquel día gris.
Al volar el sol molesta mucho. Deslumbra y calienta mucho más que en tierra. No sabes cómo protegerte, si usar el parasol, las cartas, algún que otro papel… la cuestión es que cuanto menos sol entre en la cabina, mejor. Da igual si no te da en la cara, sea como sea acaba deslumbrando, reflejando en algún sitio, e impidiendo que veas las pantallas. Los pasajeros cierran las persianas de plástico de sus ventanas, la sobrecargo apaga las luces y todos a dormir.
A ti, mientras tanto, las gafas de sol no te valen para luchar contra la puesta sol que se avecina. El sol caerá justo entre el parasol y el salpicadero del avión. Volando hacia el Este a 900 kilómetros por hora de cara al sol, hace parecer que éste nunca va a terminar de desaparecer. Se hace interminable, no hay forma de evitarlo y no sabes cómo le sentará al comandante eso de que llenes los cristales de cartas de navegación.
Tus ojos no se acostumbran a la oscuridad de las pantallas, no puedes leerlas. Se te hace hasta difícil apuntar el tiempo y combustible en los puntos del plan de vuelo. Aunque, vale de quejarse, porque estás gozando de unas vistas increíbles, de esas por las que merece la pena aún más ser pilot, acompañadas de música de los 80 que ponen por una radio de AM de Hungría que has encontrado tras mucho buscar, y que ahora suena por los altavoces la cabina.
Y llega el momento. Yendo hacia el fijo Narka, sobrevalando Debrecen (aeropuerto precioso, por cierto), justo cuando te cambian de frecuencia a Budapest ACC, ocurre esto. Realmente no sabes si estás harto o si quieres que la puesta continue por muchos minutos más, pero en cualquier caso coges la cámara de fotos y haces una bonita foto que, a 37000 pies de altitud, es única. Hasta hace un momento se intuían los Alpes, pero ya se hace de noche y tú empiezas a pensar cuándo empezar exactamente a contarte las horas de vuelo nocturno. Y piensas en cómo saber cuándo ha pasado el disco solar 6 grados por debajo del horizonte. Será el horizonte a nivel del mar, porque mientras que a 11 kilómetros de altitud estamos viendo la puesta de sol, abajo, en tierra, hace ya un rato que es de noche.
Y los pasajeros de poco se enteran. Siguen dormidos, en sus cosas. El comandante les habla para que vean las luces de Bucarest y Budapest, pero nadie, salvo nosotros y alguna azafata que ha entrado a fumar, ha visto (sufrido y gozado) esta puesta de sol. Algo precioso y mucho mejor que los amanaceres esos que te reciben justo antes de aterrizar, después de haber volado 10 horas de noche.
Los pasajeros, aún así, tienen poco de lo que quejarse. Vuelven de unas vacaciones espectaculares por Turquía en las que habrán podido gozar de escenarios como los que se ven en este vídeo, muy bien acompañado de 3 Doors Down y su Here Without You.
Impresionantes imágenes, impresionante música.
No se puede empezar mejor.
Saludos