Uno de los turnos más esperados es el correspondiente al mes de Diciembre. Ninguno podemos evitar hacer cábalas mentales de qué día me tocará librar, qué planes podré hacer, vienen las presiones familiares por saber qué hacer en Navidad, dónde la pasarás, con quién… Normalmente si nos toca trabajar los días 24 y 25 de Diciembre tenemos muchas posibilidades de poder disfrutar libres el 31 de Diciembre y 1 de Enero o viceversa. Pero este año es distinto.
Este año, debido al incremento de trabajo en la base y algún problema, los turnos no han cumplido con lo esperado y mientras miraba con decepción un 24 y 25 de Diciembre con turno de 7 de la mañana a 15 de la tarde… la decepción aumentó al ver un 31 de Diciembre marcado como N, es decir, de 21 de la noche a 05 de la mañana.
Siempre es difícil de entender para la gente que te rodea que no te den ningún día «importante» de Navidad libre, cuando el común de los mortales cuenta con todos ellos para su disfrute. Nadie entiende cómo la gente puede volar esos días y a esas horas, por qué no dejan disfrutar de esas fechas a todo el mundo, poder disfrutar de la familia, de los amigos, de un día entrañable… pero para sabes que no hay más remedio y que en esta profesión no existen los días especiales, los fines de semana o los festivos. Todo se resume a otro día más, otro número en el calendario sin importar qué signifique.
Después de un mes plagado de explicaciones, de ofertas de planes para Nochebuena o Nochevieja que te ves obligado a rechazar a regañadientes, de luces de Navidad, de compra de regalos, de reuniones familiares a las que no puedes asistir sólo te queda el último empujón y quizá el peor. Nochevieja en el aeropuerto.
Según pasa la tarde del día 31 todo son mensajes al móvil, llamadas, felicitaciones de año, todas seguidas de un: «¿qué harás esta noche?» a lo que siempre con la voz rota, contestas… «trabajar». Al otro lado del teléfono también se capta ese ánimo y sin duda se solidarizan rápido, aunque no es consuelo.
Es la hora de irse y aunque ya hueles parte de la cena que comerán en casa coges resignado tu bolsa con un bocadillo, un yogur y una pieza de fruta, te despides de la familia felicitándoles el año y bajas al coche. Mientras conduces al aeropuerto te das cuenta que haces el camino inverso a todo el mundo. Todos entran a la ciudad para ir a casa y tú te ves solo conduciendo en la otra dirección, saliendo de la ciudad camino del aeropuerto.
Son las 21.00 de la noche y pasas la barrera del aeropuerto. Somos dos de noche en mi compañía, más los demás TMAs del resto de compañías y algunas tripulaciones a las que les toca volar esta noche.
Al llegar a la oficina tu compañero ya está allí… contando algo que no aciertas a ver qué es y con dos vasitos de cristal. Al oírte levanta la mirada y descubres que lo que está contando son uvas. Se ha acordado de llevar uvas para los dos. Por lo menos una sonrisa te saca desde tan pronto. Vuelve a bajar la mirada concentrado en lo suyo así que miro el planning de trabajo para esta noche y veo que nos meten tres aviones. Son los mismos de anoche y quizá uno de ellos tenga una rueda de tren principal para cambiar, así que curro no va a faltar.
Cenamos nuestros bocadillos de tortilla y filetes entre bromas del tipo de qué rico está el bocadillo de cordero o los langostinos entre pan y pan mientras esperamos los aviones. Vienen los tres con un espacio de 10 minutos y vienen en hora. Las tripulaciones tendrán suerte porque 20 minutos después sale un Iberia hacia Madrid, así que podrán pasar la noche en casa al menos. Nos repartimos los aviones y vamos rápido para quedarnos a cargo del avión y dejar a las tripulaciones que corran a por su vuelo a Madrid, cosa que agradecen dándonos bombones. Apenas da tiempo a intercambiar un «Feliz Año» muy rápido con ellos pues van a la carrera por la plataforma en busca de ese A320 salvador de vuelta a casa.
Una vez en tierra, desembarcados y asegurados la Coordinadora se despide de nosotros también y después de otro «Feliz Año Nuevo» y de dos besos corre al parking a por su coche que en casa la esperan para cenar. Son casi las 22.00 y aún no hemos empezado a trabajar con tres aviones en pista y todo lo que traigan.
Nos ponemos uno con cada avión y dejamos el otro para cuando terminemos. No damos para más. Linterna en mano y vuelta cuidadosa comprobando que todo esté como debe. Sin golpes, sin daños, sin pérdidas de fluidos… Terminas la vuelta al avión sin novedad, subes en una escalera para chequear motores y subes a cabina para chequear interiores. Por lo menos el pasaje se ha portado bien y no hay demasiado trabajo de interiores.
Termino de firmar los libros, de cerrar la escalera del cono de cola, de comprobar que las baterías están quitadas, los Inerciales en OFF, los frenos puestos… oigo un pitido fuera. Abro la ventana del cockpit, asomo la cabeza y veo la furgoneta de los TMAs de Iberia. Paro un momento a hablar con ellos. Nos avisan de que pasemos por su oficina sobre las 23.45 o así para comer las uvas juntos y recibir el año en común. Aunque seamos de diferente compañía hay algo que en este aeropuerto que se agradece y que lo distingue de muchas otras bases y es que ante todo los TMAs somos compañeros. Llevamos distintos logotipos en la ropa pero tengo la gran suerte de poder llamarles a todos amigos.
Ellos salen hacia sus aviones y yo sigo cerrando el mío. Son las 23.35, así que me acerco a echar un vistazo rápido al avión que queda para comprobar que todo esté asegurado y que no hay nada grave, tras lo que cojo la furgoneta para ir a la oficina de los compañeros de Iberia.
Para cuando llego, ya están todos allí. Somos 6 TMAs de noche, en total, entre las cuatro compañías que cuentan con mantenimiento propio aquí. Todos tenemos nuestras 12 uvas preparadas y nuestra lata de Coca Cola enfrente de la copa de plástico desechable. No es lo mismo que estar en casa pero dentro de lo malo es un buen ambiente. Se agradecen las bromas, los chistes, el ambiente distendido. Entre bromas de que siempre pringamos los mismos, que no sabemos por qué nos dedicamos a esto, por qué no fuimos «algo normal», pasan los minutos y suenan los cuartos. Se hace un silencio sepulcral. Nos aferramos a nuestro vasito lleno con 12 uvas y no puedo evitar fijarme en el gesto común de todos. En todos puedo adivinar la nostalgia de los nuestros.
Una tras otra nos comemos las 12 uvas en silencio, según toca, y al terminar cogemos rápido nuestra copa de plástico y bajo un «Feliz 2008» brindamos los seis en común.
Una pequeña charla, más bromas, los mejores deseos para el año que empieza y toca seguir cada uno a lo nuestro. Parece que no somos los que peor lo tenemos, ya que un A320 se ha tragado una bandada de pájaros esta tarde y están esperando el boróscopo para ambos motores. El boróscopo es una pequeña cámara que se introduce en ciertas partes del motor y que nos permite saber su estado interno sin tener que desmontar. Algo similar a lo utilizado por los médicos en los hospitales.
Cogemos las dos furgonetas y asediamos el avión que aún está sin tocar. Ya es la 1 de la mañana y aún nos queda esta revisión, rezar para que no se encuentre nada fuera de lo normal, todo el papeleo, recoger… llegaremos para el chocolate con churros a casa.
Uno interiores, el otro se dedica al exterior y sube con malas y esperadas noticias. Efectivamente para una rueda ha llegado la hora de ser cambiada, así que… manos a la obra. Otra horita más con ella mientras subimos la pata en gato, quitamos la rueda gastada, comprobamos presión de la nueva, la ponemos y bajamos el avión. Pero aún así no todo está hecho. Aún queda todo el papeleo, y es largo.
Yo sigo con el avión y el compañero se encarga de hacer los libros. Termino interiores, voy cerrando poco a poco, apagándolo todo, asegurándome de que todo esté como debe una vez más y hemos terminado con el último avión. Podemos cerrarlo tranquilos y precintarlo, como marca la ley de seguridad aeroportuaria, hasta que el compañero del turno de mañana lo prepare para la llegada de la tripulación una hora antes de la salida del vuelo.
Son las 03.30 de la madrugada. Tenemos justo el tiempo para recoger todo, terminar papeleo, avisar de que hemos terminado las revisiones y de que los tres aviones están completamente listos para volar durante el primer día del 2008, cambiarnos y salir.
A las 05.07 atravesamos la barrera del aeropuerto camino de casa. Si no te paras a pensar y estás distraído piensas que ha sido una noche más, como las otras tantas que estás acostumbrado a hacer. Sin embargo, esta noche, para el común de la gente, era distinta, era especial. Era la Nochevieja de 2007.